martes, 21 de agosto de 2007

Antártida. Año Zero.

21 DE AGOSTO.

El contacto con la atmósfera revierte en mis huesos y aún no me acostumbro a este tiempo maldito. El gorro de lana no hace su efecto y el frío cobra una nueva perspectiva para mí en esta tierra helada.
Con un escaso margen en mis posibilidades he llegado a la estación.
Allí M. transmitía datos como buenamente podía enfundado en una bufanda. Poco o nada se ha sorprendido de verme vivo.
Pronto el frío vendrá acompañado por una lluvia insolente, constante. Y llegará el otoño.
En la Antártida no hay hilo musical…
¿Quién se acuerda del Capitán Scott…? Evans, Wilson, Bowers y Oates. Y Oates…

La Antártida es un bar del centro de Londres en el que, en efecto, no hay hilo musical. Miguel lleva bufanda dentro de la oficina y yo gorro al salir de casa. Y si esto es un estío, Medinilla, mi pueblo, es el desierto del Kalahari el día de la Paloma.


¿Es éste el calentamiento global prometido? Volvámonos ecologistas.

Yo no quiero una paz verde, sólo una tregua en verano y que de 31 días de agosto haya más de tres en sin lluvia.

Si no te gusta Londres no vengas. Tócame los cojones un poquito, sí que me gusta Londres, por eso me quejo de ella y de este verano de pitiminí.


¡¡¡Este Gobierno nos toma por gilipollas!!!

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