miércoles, 21 de marzo de 2007

Belgrave Road

UFF.
Uff…
Ffffffffffff.
Detrás de mí, un chico de Leganés (por el acento) no puede con las contracciones del avión. No le culpo. Tomar tierra en las islas británicas está siendo un parto. Suenan campanas de muerte. Turbular bells.
Todo el pasaje es una risa falsa, nerviosa, que hace eco al único pasajero sincero del avión.
El aterrizaje del vuelo 3125 de Ryanair destino Stansted es de parque de atracciones. Cuando sales la azafata te dedica una sonrisa y te vende por 5 libras tu foto de acojone, tomada un segundo antes de tocar tierra.

¡Pero ya estás en Londres! Por 30 euros y sin seguro de repatriación del cadáver has llegado hasta allí. Coges tu equipaje, enseñas tu DNI como si entraras en una discoteca y te lanzas a disfrutar del Reino Unido en todo su esplendor. ¿Y las medidas de seguridad? ¿Y tu cara de terrorista? Aquí no hay nada de eso. Los que venimos de Valladolid no levantamos sospechas.

Para bajar a Londres, coges el bus marca Terravision que te deja en Victoria Station (nota para futuros visitantes). Y ahí es cuando comienza un mundo de peculiaridades y manías británicas que, la verdad, aun no me molestan demasiado. Los británicos tienen sus manías, yo las mías. ¿Qué pasa?

Victoria Station es, creo, el intercambiador de Avenida de América. Con lo cual, yo entonces vivo por María de Molina. Me queda aún por adivinar, siguiendo los paralelismos, si hay cerca un Art Decó.

En todo caso, no sé pa dónde tirar. Nadie conoce Belgrave Road, que es donde tengo un par de metros cuadrados por los que me van a cobrar más de 600 libras. Es imposible orientarte por el sol porque no lo hay. Pregunto más. No fucking idea. ¿Lo pronunciaré bien? Así que lo deletreo. “No, no, lo dices bien, te entendí, pero no sé dónde está Belgrave Road”.

De repente, aparece un sol radiante. Saco mi astrolabio y calculo que Belgrave Road está dirección suroeste. Andamos. Andamos. Andamos. El viento hace tambalear mi equipaje y no sé si voy bien. Los rayos del sol, de auténtico saldo, no impiden que se enfríen mis manos hasta doler. Entro a preguntar en una tiendita. Y la información que extraigo es, más o menos, que ya estoy en Belgrave Road, lo que pasa es que aún no se llama así, tiene todavía el nombre de Eccleston Street. Curioso. Sorprendente.
Cuando salgo a la calle está nevando y es casi de noche. ¿Acaso la tiendita era un túnel del tiempo?
Estupor. Indignación.

La nieve es más bien aguanieve pero duele más que el frío. Cae oblicua y amenaza con traspasar la tela y dañar mi portátil. Entro como un elefante en un restaurante italiano.
Parece que no esperaban a nadie a esas horas (5 de la tarde). Cuatro camareras y un señor con traje y corbata me ofrecen una especie de bienvenida.

“¿Estás bien, chico?” Les digo que necesito un café en una taza de hierro oxidado y una hoguera donde secar mi ropa. Si no vas a comer no puedes quedarte, me dice una chica con un sospechoso acento español. Las otras chicas la miran, indulgentes. El pequeño Tribunal Supremo del restaurante italiano dictamina que puedo quedarme hasta que se llenen las mesas. La representante del voto negativo me acompaña a una mesa. Cuando estamos solos, le comento, liviano: “¿eres española verdad?” Erroooooooooor. Jamás, jamás le digas a nadie en Londres –o donde sea- que has adivinado su acento español. Corrijo torpemente: “parecías tan morena al lado de las inglesas”.
“Sí, soy canaria”. Y fin de la historia. La tía, compruebo después, también habla italiano.

Mientras espero el café llamo al casero, esperando que ya esté en casa. No. Tarda una hora.
En sólo media las mesas del restaurante se han llenado. Canary girl me mira con su dulce cara de lárgate.

Me voy.

Cruzo una manzana y ya estoy en Belgrave Road. Y me planto a esperar en el pequeño vestíbulo -cubierto pero exterior- que tiene el edificio. Frío y aguachirri in crescendo...

Llamo a mi casero y me dice que le quedan cinco minutos.
Richard, el casero, es mitad inglés mitad español. ¿Son sus cinco minutos ingleses o españoles?
No tardaré en comprobarlo.
Me equivocaba. Sí tardé en comprobarlo. Fueron españoles. Veinte minutos después Richard llega y se disculpa.
Luego, echas las presentaciones, me cobra 625 libras de fianza y otras 625 libras del primer mes. Y eso que me rebaja 50 libras.
Es evidente, sigo tiritando.
(si alguien cree que hablo mucho de dinero que venga aquí y me lo cuente).

El tío heredó de su madre el edificio entero. Calculo que se saca unas 4.000 libras al mes. Así que me parece una chorrada preguntarle a qué se dedica. No creo que trabaje en un Starbucks.
Me pasa el contrato, lo leo, me parece todo bien y lo firmo.
Sí, sí, no pasa nada, no pienso poner la lavadora a las once de la noche y no viviré con un reptil. Son las dos claúsulas más complicadas de cumplir.

Richard se va y yo me quedo sólo en casa. Ramón no viene hasta mañana.
¿Llamo a una prostituta o me doy a la lectura?
Este mes no me da para alquilar un cuerpo. Sólo para una casa.
Así que enciendo la tele, me como el bocata de lomo que me ha preparado mi madre y me duermo.

Fuera queda Londres, el tranquilo barrio de Pimlico y un viento propio de una novela de García Márquez. Hace tanto calor en mi habitación que siento que esto es un hogar. Londres no lo sabe pero ya me ha acogido en su seno. A pesar de su hostilidad...

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres un puto crack!!!

Asi de simple.

Un abrazo

insectopalo dijo...

dan ganas de ir a darte un abrazo nene...pero tendras q conformarte con el del casero,de momento.
totalmente de acuerdo primo dani

Anónimo dijo...

Turbular Bells!!!!

Como dice Dani eres un crack!!!!

Cuidate y lo dicho good luck!!!

Anónimo dijo...

que bueno!!! has vuelto! me alegro. soy la amiga desconocida de peter, que ya conociste. saludos!

Anónimo dijo...

Sí señor! On the road again! muy Kerouac todo :-)

Ánimo que ya has pasado lo peor... y con nota, como siempre. En cuatro semanas tienes London dominao. Fíjate, has pillao la sensación de "Madrid 2" en el primer capítulo.... ;-)

un abrazo
Fer

Anónimo dijo...

Hola,

soy la amiga de Fer que vive en Londres. Tu no lo sabes pero ya nos hemos visto...jeje

Me voy este sabado a Barcelona, ciudad de la que soy natural, pero cuando vuelva (aun no tengo fecha de regreso) a ver si encontramos un rato para tomarnos una cerveza. Londres no es nada hostil, todo lo contrario, pero los caseros, en general, son todos unos hijosdeputa, asi que cuidadito.

saludos.

Logos dijo...

Espectacular descripción tanto del ambiente exterior como de las sensaciones interiores de tus primeras horas por London.

Lo del la Canary Girl podría haber dado juego, y digo juego no especulación.

No voy a ser menos y te diré que eres un crack. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Soy la chica canaria, Q Pedro!!

Q tiempos por la Villa del Vicio.

Sera la espina que me dejo..

Ya sabes que Weirdos like us.. jamás entrarían en un club que aceptara socios como nosotros.

Besos y felices vinos

Anónimo dijo...

Queeeeeee Pedrooooo jajaja. Benvenuto Weirdo!

Cristina, pues cuando vuelvas me invitas a esas cervezas. Como recién llegado todo el mundo me invita, así que no te vas a librar del canon!

Ayer un concierto con la corresponsal de la COPE jaja, si me da tiempo lo cuento.

me voy a buscar curro.