martes, 23 de octubre de 2007

lunes, 22 de octubre de 2007

¡Yo soy su negro!

No he podido aguantarlo. Me estaba comiendo por dentro. Hoy digo públicamente que yo..., ¡yo!, escribí el libro de Sánchez de Dragó.

Y hago otra confesión, el verdadero escritor de este blog es... el propio Fernando Sánchez Dragó.

Más o menos, es lo que este tipo viene a confesarle a Ana Botella, otra a la que le va el renegror, por cierto.

Sencillamente maravilloso:

http://www.cuatro.com/videos/index.html?xref=20070927ctoultpro_11.Ves&view=ver

Esto lo publicó El Periódico de Catalunya hace unos días:

El libro en cuestión es Libertad, fraternidad, desigualdad. Derechazos, que publicó Áltera en mayo. Los comentarios de Sánchez Dragó confirman que el ensayo no nace de un diálogo "palpitante y ameno" entre el autor y su amigo Antonio Ruiz Vega, como indica la solapa, sino que es en realidad un trabajo en solitario de este último a partir de textos ya publicados."Es una entrevista imaginaria de un colaborador mío, entonces se contesta con trozos de mis obras, con declaraciones", explica el autor, que define el resultado como "muy liberal y muy extravagante", y recuerda que tanto Aznar como Botella aparecen en él varias veces, cosa que aprovecha para pedirle a su entrevistada que interceda por él "ante el altísimo", o lo que es lo mismo, para que Aznar acuda a su programa. La teniente de alcalde no se muestra muy receptiva a la petición del autor y alega que su marido viaja mucho.
En el vídeo, Sánchez Dragó culpabiliza a sus muchas ocupaciones de no haber podido dedicarse a la elaboración del libro, pero ello no le impide, tal y como dice, trasladarse a Castilfrío de la Sierra (Soria) tres días a la semana. También alardea de vitalidad --"71 años y tres baipases"--, así como de practicar 25 kilómetros en bicicleta a diario. "Parezco José María Aznar jugando al pádel", compara.

Por último, recordemos a un Sánchez Dragó más humano en el enénimo aniversario del Milenarismo:

http://www.youtube.com/watch?v=xVMSrqtsAow

domingo, 21 de octubre de 2007

Garcia Productions

Es decir, mi hermana agarciada.

http://www.leesmij.nu/leesstaal/

Trata de un maestro que explica que a los niños hay que encenderlos por la mañana, explica un día aprenderán -como yo- las capitales europeas y el día a día en la escuela.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Twenty four (party, hours, seven...)


Los científicos aún no han podido explicar la existencia del tiempo. Lo intuyen, piensan en él, se quedan sobaos y, luego al despertar, ven que la manecilla ha avanzado unos cuarenta minutos. Pero nada, no les parece suficiente. Lo mismo pasa con el azar. Y, sin embargo, existen sospechosos indicios que nos hacen presuponer la existencia de ambos. Al menos para el mortal menos riguroso. Por eso el marido le dice a su parienta: "¿Cuántas putas horas llevas en el baño?" mientras otro dice en un bar: "Pero qué potra tiene el Madrid".

El pasado fin de semana yo experimenté dos sensaciones, las dos en un mismo espacio-tiempo, que me hicieron creer en ambas magnitudes, dimensiones o lo que hostias sean el tiempo y el azar –confirmado ya como está por la comunidad científica internacional lo que es el espacio, es decir, unos 30 metros cuadrados en el barrio de Lavapiés-.

El caso. Volvía de tomar unas pintas con Cristina y Ovidio, durante las cuales habíamos debatido con acierto acerca de la capacidad del cuerpo humano sin lo que viene a ser follar. Una variable que, en ningún caso, tiende a infinito.



Tras las impagables conclusiones, volví a casa satisfecho, modo aneuronal. Era tarde, las tres de la mañana. Así que no pude oponer resistencia al sueño y caí dormido en pleno 24, el autobús que lleva a mi casa, el Bus Perfecto, como lo bautizamos Chuchi y yo cuando vino a visitarme hace unos meses.

Y luego me despertó un ángel. Noté un toquecito en el hombro y un resuello abrasador. Era éste un ángel rubio, y de tener sexo habría sido femenino, pensé. Más despierto caí en la cuenta de que no era un ángel sino la tipa más preciosa que jamás haya pisado la ruta que va desde Hampstead hasta Pimlico, el recorrido del 24.

Suzzane (así la bauticé) esperó unos segundos y me preguntó la hora. A mí. Había a mi alrededor más gente pero ella me preguntó a mí, allí dormido y con mi muñeca desnuda. ¿Tendría yo cara de saber mejor que nadie la hora y la franja horaria en la que nos encontrábamos de acuerdo con el Meridiano de Greenwich? Supongo que no, así que lo achaqué al azar. Al más puro y bendito azar.

Me recreé. La miré y sonreí a sus clarísimos ojos mientras sacaba el móvil de mi bolsillo, pues no tenía reloj. Justo en ese momento, cuando el bus arrancaba de una parada cerca de Trafalgar Square, alguien golpeó con fuerza en el cristal. Toc toc toc. Era una especie de Steven Gerrard borracho que corría a la vez que el autobús mientras lo golpeaba diabólicamente. Yo seguí sonriendo a la chica, tratando de centrarnos de nuevo en lo de la hora, los relojes y las correas. Ella, sin embargo, acudió a la llamada que venía de fuera y miró hacia el chaval.

Entonces Gerrard se llevó las dos manos a la boca y realizó un cunnilingus imaginario. Sí, este gesto en el que pones las dos manos en forma de triángulo alrededor de la boca. Tu lengua, en un gesto muy desagradable, hace el resto. Así que ahí estaba yo, con el móvil a medio sacar, pensando en el fijo, mientras una suerte de Carlos Jesús Inglés le decía a mi querubín "raticulín fiusz fiusz" y otras guarradas poco traducibles.

Suzzane, asqueada ante tanta grosería, cogió su bolso y se subió al segundo piso del autobús 24, dirección nowhere, no time.

Gerrard se dio un hostiazo con la siguiente farola aunque eso no me sirvió de consuelo, toda vez que el muy hooligan siguió retorciéndose de risa en el suelo. Cuando el bus doblaba la esquina me pareció verlo enrollándose con la farola, aunque es probable que se estuviera electrocutando.

Sólo me quedaba esperar en la escalera a que Suzzane bajase del segundo piso en su camino a casa. Si me atrevería a decirle algo o si me parecería adecuado abordarla dado lo tarde, el desconocimiento mutuo y la cultura de los ángeles anglosajones era otra cosa. El 24 llegó a Pimlico y el bus se quedó vacío. El conductor me miró con cara de lárgate y yo le grité que one second mientras subía de dos en tres peldaños las escaleras al segundo piso, donde no encontré a nadie.

Llegué a casa pensando que habían pasado 40 minutos aunque quizá, concluí, no hubiera pasado nada, ni tiempo ni azar.

lunes, 15 de octubre de 2007

Millás

Millás gana el Premio Planeta.

Yo lo celebro con su columna de EL PAIS que más me gusta:

El Móvil

El tipo que desayunaba a mi lado, en el bar, olvidó un teléfono móvil debajo de la barra. Corrí tras él, pero cuando alcancé la calle había desaparecido. Di un par de vueltas con el aparato en la mano por los alrededores y finalmente lo guardé en el bolsillo y me metí en el autobús. A la altura de la calle Cartagena comenzó a sonar. Por mi gusto no habría descolgado, pero la gente me miraba, así que lo saqué con naturalidad y atendí a la llamada. Una voz de mujer, al otro lado preguntó: "¿Dónde estás?" "En el autobús", dije. "¿En el autobús? ¿Y qué haces en el autobús?" "Voy a la oficina." La mujer se echó a llorar, como si le hubiera dicho algo horrible, y colgó.

Guardé el aparato en el bolsillo de la chaqueta y perdí la mirada en el vacío. A la altura de María de Molina con Velázquez volvió a sonar. Era de nuevo la mujer. Aún lloraba. "Seguirás en el autobús, ¿no?" dijo con voz incrédula. "Sí", respondí. Imaginé que hablaba desde una cama con las sábanas negras, de seda, y que ella vestía un camisón blanco, con encajes. Al enjugarse las lágrimas se deslizó el tirante del hombro derecho, y yo me excité mucho sin que nadie se diera cuenta. Una mujer tosió a mi lado. "¿Con quién estás?", preguntó angustiada. "Con nadie", dije. "¿Y esa tos?" "Es de una pasajera del autobús". Tras unos segundos añadió con voz firme: "Me voy a suicidar; si no me das alguna esperanza me mato ahora mismo". Miré a mi alrededor; todo el mundo estaba pendiente de mí, así que no sabía qué hacer. "Te quiero", dije y colgué.

Dos calles más allá sonó otra vez: "¿Eres tú el imbécil que anda jugando con mi móvil?", preguntó una voz masculina. "Sí", dije tragando saliva. "¿Me lo vas a devolver?" "No", respondí. Al poco, lo dejaron sin línea, pero yo lo llevo siempre en el bolsillo por si ella volviera a telefonear.

jueves, 11 de octubre de 2007

31st December




Batallitas

La tarde que entrevisté a Keira Knightley llevaba sólo diez días en Londres. Aún no comprendía bien la diferencia entre un macchiato y un capuccino y dudaba si el Starbucks tendría en cuenta este factor a la hora de contratarme. Aún no he podido comprobarlo, con la ventaja que supone eso para mi calidad de vida y la de miles de ingleses adictos al café.
Recuerdo también que estaba cerca el 1 de abril, cumpleaños de mi amigo Gómez***. De camino a mi encuentro con KK llamé por teléfono a Manolo, que entonces vivía con él en un piso de estudiantes treintañeros.
Lolo me comentó que en unos días sería el cumpleaños de Gomecienne y que qué acojonante, vas a entrevistar a Keira Knightley, ¿ésa quien es?, ah la pirata del Caribe, vale, joder, pues ésa le gusta al Gómez, pídele que te grabe un happy birthday pal gómez o algo.
Claro, claro, Lolo, lo haré sin duda, le dije.
Cuando colgué pensé que Manolo había perdido la cabeza si pensaba que iba a pedirle eso a Keira. Pues no tenía yo otra cosa que hacer.
Mis intenciones estaban más cerca de pasarle mi teléfono en una nota dentro de unos bombones o sobornar al botones para que me dijera su nombre en clave en el hotel, tipo Matahari o Cleopatra.

Seamos honestos, ni entrevisté a Keira ni leches. Me soltaron al lado de once tipos en una mesa redonda y allí mismo la acribillamos a preguntas. Aún así, de camino al hotel tejí una fantasía en mi cabeza con diferentes finales, al más puro estilo Wayne`s World, todos ellos parecidos a cosas que le pasan a Hugh Grant con Julia Roberts en Notting Hill.
El hotel donde conocí y enfadé a Keira Knightley era, de hecho, clavado al de aquella película. Y aún hoy me queda la duda de si sería el mismo y hasta si podría haber pasado algo entre Keira y yo de no haberme mostrado tan impertinente aquella tarde.
Éstas palabras las escribí para desahogarme aquellos días y comienzan con una cita que me escribió por entonces mi ex compañero de piso Jeremy, conocido por muchos, buscado por Wendy.

I had nothing to offer anybody except my own confusion – Jack Kerouac

Yo no tengo más que ofrecer que mis propias experiencias.

En menos de treinta minutos había sucedido todo. El lugar: el Hotel Mandarin Oriental de Londres. La hora: la del té. Tea time. Toma tres tazas. ¿Te tuteo? Toma asiento en el tatami. La t, todo un carácter.

Me situé delante de los porteros del hotel y les dije que venía a una round table con Kira Naili, que es la Kira Miró inglesa, la musa de Kupra. La k, otra de las grandes, la letra de Txampa, el Jack Kerouac español. “Hola amigos, he quedado con Keira”, les dije con tono de borracho feliz. De hecho, cualquier persona que se cruzara en mi camino recibía esta información: "Vengo a una round table con KK". "Vale, yo voy a vaciar los ceniceros".
Todo se debía al hecho de que en el Hotel Mandarin Oriental en cuanto te distraías un poco perdías la perspectiva de lo que ibas a hacer allí. Y perdida la perspectiva, perdías la seguridad.

Lo que iba a hacer yo allí era una entrevista con la susoredicha, acompañado de otros cuantos periodistas venidos de los siete mares a ver qué intimidades tenía que contarnos KK en relación con el rodaje de Piratas del Caribe III (interés cero en la escala Jorge Javier Vázquez) o en relación con su postura favorita y si duerme desnuda o con chanel número 5 (interés cien).
Me sentía yo el protagonista de Notting Hill en todo aquello. De hecho planché mi mejor americana para la ocasión (la única que encontré en mi armario). En una round table de cuatro siempre hay posibilidades de acercamiento ¿no? Pues un poquito de Channel también. A por ellos.

La intimidad soñada, sin embargo, y mi mirada felina en una entrevista más cercana se vinieron abajo en cuanto me explicaron que todo iba fatal, que no cumplían el horario previsto y que o arreamos o se jode el invento. El gozo y el pozo. Los gozos y las sombras. La maldición de la perla negra. Por una cuestión de periodismo de economato nos juntaron a 4 x 3 = 12 periodistas. Un dos tres cuatro cinco seis siete ocho nueve diez once doce uuuuuuuuu uh, ¡doce!

Nos presentaron a todos en una sala en la que servían café templado, momento en el que decidí que trataría de evitar por todos los medios coincidir en la mesa redonda con esa periodista infumable de una revista holandesa, ilusionadísima ella en que nos juntaran a las revistas del glamour para hacer todas las preguntas con más glamour. Y puso un ejemplo: lo primero que voy a preguntarle será cuál es su lipstick favorito. Cacho lesbiana.

La holandesa se desinfló ante la presencia de Keira y no abrió la boca en todo el rato que estuvimos allí. Yo al principio lo mismo. Me sentía como el becario de una revista de ajedrez preguntándose si la Keira se enrocaba antes o después del primer jaque.
Sencillamente, era imposible entrar en ese torbellino de preguntas y respuestas. Era como si hubieran acordado de antemano un diálogo. Así que mantenía el tipo como podía comprobando que la grabadora estaba haciendo su trabajo. Toc toc toc, grabando. No te preocupes chaval, que eres todo un profesional.

Cómo introduciría una de las 10 preguntas que traía en la mochila en aquel absurdo partido de tenis a trece me parecía inimaginable. Pero de repente hubo un pequeño silencio. La periodista brasileña dudó. El alemán dejó de preguntar gilipolleces sobre Jerry Bruckheimer. El francés había recibido un hachazo de Keira unos segundos antes. Nadie parecía dar el relevo...

Así que de repente, sin quererlo, me encontré diciendo estas palabras: "Keira... sabemos que vives con tu hermano..." Ella me interrumpió: “yessssss” (¿se puede ser pija con un monosílabo? Sí). Continué: “Eres la británica más sexy del momento... 22 años... una ciudad como Londres... ¿vivir con tu hermano… no le quita un poco de glamour a tu personaje?"Zas Zas. El signo del zorro. El español atacó cuando menos se esperaba. La brasileña se puso colorada, el alemán sonrió –tiene cojones el hispano-, el japonés le preguntó a una colombiana si había oído lo que había oído. La holandesa no aguantó el esfínter y se le escapó un pedete.

Por su parte, Keira dibujó una kara merecedora de oscar. Había rabia, indignación, ira. Pero sobretodo estupefacción. Supongo que hasta entonces le habían dicho de todo. Pero jamás, jamás jamás un periodista con un inglés tan pobre y lamentable, tan ¿dónde hostias y quién te ha enseñado así a hablar mi lengua? le había insinuado que vivir con su hermanísimo adolecía de cierto toque y clase.

“Whaaaaaaat?”
“I mean, you know, I don’t want to bother you but… you know, your brother, you, the fashion, the oysters in vinegar…”, no sé muy bien cómo reelaboré la pregunta pero sonó peor aún que la primera vez, razón por la que ella se enfadó todavía más. “No, dime tú con quién debo vivir, Sois vosotros los que decís qué es glamour y qué no”, dijo, y unas cuantas cosas más a las que no le faltaban sentido, ciertamente.

Luego Keira reculó, mostró su cara B, la que ofrece la mayoría de los días a los medios y dijo que su hermano era muy nice. También bromeó: "Es limpio".
Jajajajajajajaja.
La holandesa ahí dejó escapar una carcajada que era antes un necesito reventar por donde pueda porque se me escapa otro pedo. La tensión del directo, compañeros.

La entrevista siguió nuevos derroteros y yo realicé otro par de preguntas, inigualables en calidad y tensión hitchcockiana con la primera. Aún así, Keira me sonrió cuando le pregunté si era cierto que en su próxima película –The best time of our lives- tiene una escena de sexo con Sienna Millar. No, dijo ella. Pero te has leído el guión, pregunté yo. Sí, concedió agotada.

Ésa fue la última pregunta. Quizá la siguiente habría sido para la holandesa, que se fue sin saber cuál era el lipstick favorito de la KK. Keira se largó con viento fresco y no me dedicó una última mirada. Supongo que no quería que se notara el odio, tan cercano como sentimiento al amor apasionado.

Como Hugh Grant a mitad de Notting Hill, de momento me mantengo mirando las portadas de las revistas y pensando si debería haber intentado lo de los bombones.

*** Los tres asteriscos representan el hotel y restaurante que ha abierto Gómez en Ávila, un lugar donde se come genial y mejor se duerme. Lo sé porque he hecho lo primero y he imaginado lo segundo. Si alguna vez vais a Ávila no dudéis en acudir.

Hotel Las Leyendas. Restaurante La Bruja.

miércoles, 10 de octubre de 2007

España se rompe 2 (otra de universos paralelos)

Pues me vais a llamar coñazo una semana más...
Pero yo al Iñaki lo planto en mi blog porque es que es un puto crack.
Y porque con mucha más gracia que yo nos canta las verdades del barquero (como decía el otro garcía):

http://www.cuatro.com/videos/index.html?xref=20071003ctoultnot_5.Ves&view=baja

Por si te ha parecido poco... (Rajoy also starred)

http://www.cuatro.com/videos/index.html?xref=20071010ctoultnot_5.Ves&view=alta